UNA SORPRESA DESEADA
VISITA DE NUESTRO P.
GENERAL D. EAMON Y SU SECRETARIO P. SIMEÓN
Monasterio Cisterciense de San Bernardo,
Burgos, 19-21 de septiembre, 2015
Suena el timbre de la portería del
monasterio, la mañana soleada, como buena mensajera parece anunciarlo. Ya las
hermanas están impacientes y a punto, por fin llegó la tan deseada visita sobre
las 11.30 de la mañana, el claustro se llena de alegres y afectuosos saludos fraternos a D. Eamon nuestro Abad
General y al P. Simeón, su secretario
Seguidamente en la sala de conferencias,
abiertas a la escucha y acogida del que consideramos un mensajero de Dios, escuchamos
las palabras de nuestro P. General, que nos informa de la situación de la Orden
en las distintas regiones, hasta la hora de sexta. Después de
nona, continuamos
en la sala de conferencias, escuchando y preguntando algunas cuestiones al P.
General. Es de agradecer al P. Simeón que hizo servicial y discretamente de
traductor cuando fue necesario.
D. Eamon con su saber estar, su
transparencia, su sencillez y cercanía tan evangélicas como monásticas, nos ha “tocado”
el corazón y lo han hecho vibrar en la convivencia fraterna y en la vivencia de
la espiritualidad y carisma monástico cisterciense, durante su breve estancia
con nosotras, que nos ha sabido a poco, y nos ha dejado con ganas de “Más”.
El Domingo tras el Oficio de Laudes y la
oración personal, siguiendo el horario habitual tuvimos Capítulo. Mas lo que no
era habitual, fue que tuvimos la dicha de ser presidido y comentado por D.
Eamon, que improvisó una bellísima y práctica glosa sobre el 1º grado de la
humildad del cap. VII: el temor de Dios.
En
su comentario nos habló de su experiencia desde la infancia, juventud y como
joven monje. Educado por los HH. de La Salle y, como era común entonces en los
países de gran tradición católica, en un temor excesivo a todo lo que se
consideraba pecado. Nos recordaba además, cómo siendo joven monje en casi todas
las dependencias del monasterio había dibujos en las paredes de un gran ojo,
para recordar que Dios nos estaba vigilando en todo momento. Más como sabemos
por San Juan, el evangelista, y por San Bernardo después, “el amor perfecto hecha fuera todo temor”, por lo cual D. Eamon
terminó poniendo el acento en la misericordia de Dios Padre, en referencia al
próximo Año Jubilar de la Misericordia convocado por el papa Francisco.
Y por último después de nona en el compartir
fraterno, la despedida. D. Eamon, con su
palabra precisa y oportuna, su mirada profunda y sonriente, y dando un
abrazo fraternal a cada hermana nos dejó
con paz, alegría y nostalgia.
Ojalá que la semilla que va sembrando
generosa y desinteresadamente en todas nuestras comunidades produzca frutos en
nosotr@s y en las generaciones venideras.
Damos gracias a Dios por este regalo de
D. Eamon para nuestra comunidad, para la Orden y para toda la Iglesia
universal.