domingo, 29 de mayo de 2016

FELIZ FIESTA DE CORPUS CHRISTI: ORAR Y AMAR

LA ELABORACIÓN DEL PAN EUCARÍSTICO:ALIMENTO DEL ALMA

Doble sentido eclesial y monástico
                                             Servicio a la Iglesia
                                             Ora et labora
      Un poco de historia
Somos una pequeña comunidad de vida monástica, perteneciente a la Congregación Cisterciense de San Bernardo (CCSB), asociada a la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia (OCSO).

Fuimos fundadas en Renuncio, pequeña localidad muy cercana a Burgos. Según los documentos consignados, la comunidad data del año 1180, aunque se presume que fue fundada aproximadamente un siglo antes.


Tras pasar por muchos avatares, entre los que hubo incendios y al menos dos traslados, en 1973 la comunidad se instala en su actual emplazamiento, procedente del antiguo monasterio de las Calzadas, hoy escuela de música.

Sentido eclesial: Un servicio a la Iglesia
La elaboración de pan eucarístico se viene realizando en nuestra comunidad desde siempre, como suele decirse. Es por tanto, tradición de la casa, no una elección u opción por cuestiones prácticas y menos todavía remunerativas, sino que hemos optado por mantener este trabajo por el hondo sentido eclesial que tiene. Para nosotras es ante todo un servicio a la Iglesia, y así como el lema de este año para el día de la vida contemplativa dice evangelizamos orando, nosotras además podemos decir que evangelizamos también trabajando, y precisamente con la humilde preparación del pan de la tierra lo disponemos para que luego la Iglesia por medio del sacerdote pueda transfigurarlo, o más exactamente lo pueda consagrar para convertirlo en el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo.

Este sencillo trabajo permite en primer lugar que casi todas las hermanas, a excepción de alguna que está impedida, participen en él. Las hermanas mayores son el punto de apoyo fundamental; con su experiencia y constancia están siempre ahí para orientarnos y apoyarnos.

Los medios de elaboración, al igual que los tiempos, han evolucionado mucho. Desde 1987 contamos con una fábrica de formas y una máquina que produce 9 panales del tamaño A4 por minuto, lo que supone un total de unas 55.000 formas cada día, descontadas las que se pueden estropear durante el proceso.

Según las normas litúrgicas de la Iglesia, para que la consagración sea válida se debe usar pan de harina de trigo mezclada con agua natural. Si la mezcla se hace con cualquier otro líquido o sustancia, no servirá para el Sacramento del Cuerpo de Cristo, puesto que no será verdadero pan, como enseña santo Tomás.

Sentido monástico: Ora et labora
La elaboración de las formas es a la vez un trabajo muy apropiado para la vida monástica, ya que nos permite vivir el conocido lema de nuestra tradición benedictino-cisterciense ora et labora, y, siguiendo el ejemplo de los monjes primitivos, en medio de nuestro trabajo manual podemos mantener nuestra mente libre y despejada para la atención del corazón y la oración pura y continua.

Ante todo buscamos e intentamos encontrar el profundo sentido y fundamento bíblico-teológico y litúrgico que tiene nuestro trabajo aparentemente intrascendente de elaboración del pan eucarístico (formas). De aquí esta breve descripción:

En la Última Cena tomó el pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: "Tomad y comed, éste es mi cuerpo" . Después tomó el cáliz con vino, y dando gracias se los pasó, diciendo: "Bebed todos de él, porque ésta es mi sangre" (Mt 26, 26-28).

Así también lo enseña san Pablo, que afirma haber aprendido directamente del Salvador la misma doctrina: "Porque yo recibí del Señor lo que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: ‘Esto es mi cuerpo que se da por vosotros; haced esto en recuerdo mío'. Asimismo, después de cenar, tomó el cáliz diciendo: ‘Este es el cáliz de la Nueva Alianza en mi sangre; cuantas veces lo bebáis, hacedlo en memoria mía'" (1 Cor 11, 23-25).

Bajo las apariencias del pan y del vino, nuestro Redentor quiso quedarse con nosotros "todos los días hasta la consumación del mundo" (Mt 28, 20).

¿Por qué la Iglesia utiliza siempre pan y vino para la Eucaristía y no otros elementos (queso, sangre humana, agua en vez de vino) como hicieron algunas sectas gnósticas? Porque Jesús así lo hizo y así lo mandó hacer.

Y ¿por qué Jesús utilizó precisamente pan y vino? Para atisbar la respuesta sería interesante seguir los comentarios de los teólogos en un rico, sugerente y educativo paseo por los campos de la Simbología litúrgica, teológica y bíblica.

Cuál es el verdadero pan
Parece tan sencillo decir: pan y vino…Pero, ¿cuál es el verdadero pan y el vino auténtico? La Teología se ocupa también, con belleza y precisión, de estos detalles.

El rito griego utiliza para la consagración pan con levadura, mientras que el rito latino emplea pan ácimo, es-to es, sin levadura. ¿Cuál de los dos hace lo correcto? Ambos, porque la levadura en nada afecta a la naturaleza del pan, sino sólo a su preparación. Estas dos opciones hacen referencia, como acabamos de indicar a las diferentes apreciaciones simbólicas de cada rito litúrgico particular. La Iglesia determina que cada sacerdote celebre según el rito al que pertenece.
Pan ácimo o con levadura: ¿cuál es más apto? Lejos de ser una opción arbitraria o de mera conveniencia práctica, la elección entre un pan con levadura o sin ella deriva de consideraciones altamente simbólicas.

Los teólogos de rito griego argumentan:

La mezcla de trigo y levadura representa bien el misterio inefable de Cristo, que posee dos naturalezas en una sola Persona: la divina y la humana. Además, el uso de la levadura, cuya acción otorga volumen y consistencia al pan, significa que la mente de quien consagra o recibe la Eucaristía debe elevarse al Cielo en la contemplación de las cosas espirituales y divinas. Por fin, la levadura le da al pan un mejor sabor, por eso designa convenientemente la mayor suavidad del Sacramento de la Eucaristía.

Los teólogos latinos, a su vez, fundan su preferencia en el ejemplo de Cristo: en la Última Cena se comió pan ácimo, como lo disponía la ley mosaica; por lo tanto, Jesús consagró pan sin levadura.

Y al argumento añaden razones altamente simbólicas:

El pan ácimo es símbolo de pureza y, así, representa mejor el Cuerpo de Cristo, concebido sin la menor corrupción en el seno purísimo de la Virgen María.

Además, es más adecuado para representar la pureza de cuerpo y alma de los fieles que reciben la Eucaristía, como enseña san Pablo: "Purificaos de la levadura vieja, para ser masa nueva; pues sois ácimos. Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado. Así que celebremos la fiesta, no con vieja levadura, ni con levadura de malicia e inmoralidad, sino con ácimos de pureza y verdad" (1 Cor 5, 7-8).


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